Y si. Como si de un arma de destrucción masiva se tratara, como francotirador apostado en una estratégica azotea; El autoerigido como prescriptor gastronómico de masas confunde, deliberadamente, sus gustos con tendencias y pretende alentar a sus huestes, de tenerlas, hacia los negocios y productos que sencillamente no son de su agrado.
“Hola, mi nombre es Calisto Comoelhambre, tengo un blog gastronómico y agradecería que me enviaran muestras para su degustación y posterior confección de un post sobre las mismas”.
Calisto, de profesión funcionario del INEM, se ha incorporado decididamente al mundo de la prescripción gastronómica, aparentemente desde una perspectiva aficionada y desinteresada. Sin embargo dos o tres pases gratuitos a eventos gastronómicos, la invitación a formar parte del jurado de un concurso de pinchos, y el hecho de que cada vez que entra en el bar de vinos más “cool” de su capital de provincias el encargado salga raudo a saludarle y ofrecerle las últimas novedades de la carta, han provocado que Calisto; alentado además por algún que otro insensato afín, profesionalmente, a este amplio sector, se encuentre suspendido en una etérea nube de autocomplacencia, que suele desembocar, las más de las veces en que el inicialmente inofensivo blog, en manos de nuestro master foddie se transforme en ballesta en zarpas de un simio.
“Estimado Calisto Comoelhambre, desde la Fundación de Turismo de Villacepedilla de la Corneja tenemos a bien invitarle a participar, con todos los gastos pagados y junto a otros prescriptores especializados, en un atractivo Blogtrip con el fin de promocionar nuestra exquisita gastronomía”… Como en este Blogtrip nuestro Calisto coincida con algún pope de la prescripción gastronómica estamos perdidos.
Creo en la prescripción gastronómica y especializada. Creo en los blogueros gastronómicos de calidad contrastada. Pero en esto, como con los productos, como con los establecimientos gastronómicos… También hacen falta prescriptores; Y que sepamos discernir al bloguero cualificado, o con criterio del que no lo es, no lo tiene o no lo sabe transmitir.
A mí, que me gusta contar, compartir, hablar y oír hablar de la pasión que es mi profesión y todo lo que a esta rodea. Yo, que soy de esos que aseguran que en la cocina sobran las patentes y los registros; No puedo evitar que me venga en innumerables ocasiones a la memoria unas palabras de Llames, un veterano arquitecto asturiano que en una prolongada sobremesa argumentaba que su labor, junto con nuestra, la de los cocineros, eran las profesiones más abiertamente sometidas al discutinio social. A tumba abierta. Sin filtros. Cualquiera sabe de cocina…Y cualquiera sabe de arquitectura mire usted!!. El jubilado, el medio-pensionista, el funcionario del Inem.
Espaldas abiertas tenemos amigo Llames.
Je, je. Está claro que en los 7 años que llevo con mi blog he hecho el tonto ya que a lo más que me han invitado es a algún chupito después de pagar religiosamente la comida… 😉
Ta claro que hay mucha gente que va de experta y no tien ni idea, pero la libertá de expresión da el derechu de que cada unu diga lo que quiera públicamente. Ye cosa del que lee el fiase de esa opinión o no…
Sin blogueros gastronómicos, a muchos locales no se les conocería en ningún lao.
Ayudan más que destruyen, pero como siempre, unu sólo ve lo malo…
Estimáu collaciu: Pameque nun lleisti con pricuru el post. Defendo la esistencia de los blogueros gastronómicos, pero lo que m`allerza ye que nel mesmu sacu se meta a los que saben lo que traen pente manes de los que nun tienen criteriu nin conocimientu oxetivu del sector dalgún… Y atalanto que estos caberos son los más peligrosos porque pueden destruir más qu`ayudar precisamente. De toes formes namas yera una reflesión que pretendía sacudir dalguna que otra conciencia. Si namás viera lo malo, como interpretes, nun me dedicaría profesionalmente a lo que me dedico. Nun se en que momentu pescancies que cuestiono la llibertá d`espresión… Puedo asegurate qu`esi nun ye`l mio estilu.
Un afectuosu saludu y gracies por lleer el post y enxertar equí la to opinión.