Hoy viernes, 22 de Noviembre de 2013, concluye una importante etapa de mi vida. Rubricamos mis ocho primaveras “abundantes” en Tierra Astur / Crivencar. En la que ha sido mi casa durante la mitad de mi vida profesional y la que espero siga siéndolo en años venideros, aunque en un estadio diferente.
Por norma general no somos amigos de los grandes cambios en nuestras vidas. Nos cuesta asumir tránsitos importantes, aunque realmente consideremos que estos pueden ser para bien. Nos cuesta salir de esa “zona de confort” que se reproduce en nuestro entorno con el paso de los años.
Sin embargo hay momentos que tu organismo, tu cuerpo y tu mente, te hablan. Y te susurran al oído y bien a la claras que debes de navegar. Que debes dar rienda suelta a tus ilusiones y proyectos. Que puedes, debes y tienes que intentarlo para nunca tener que preguntarte en un futuro porque no lo hiciste, porque no confiaste en tu propio instinto.
En el mes de marzo de 2005, me subía al tren de Tierra Astur / Crivencar. No me subía solo. Me acompañaba en aquel viaje del cual no conocíamos destino mi fiel Blanca. Desde entonces hasta ahora los mejores y los peores momentos de mi vida han estado vinculados, directa o indirectamente a esta casa.
Es importante subirse a los buenos trenes, pueden pasar solo una vez, pueden no pasar nunca. Pero no menos importante es saber hacia dónde nos llevan esos trenes, cuál es su destino. Y en la vida, los destinos son impredecibles, la propia vida es impredecible.
Llega el momento de bajarse de este tren. De este excelente y confortable tren e intentar aventuras propias. Pero lo reconozco. Me resultará muy difícil, sino imposible, renunciar a seguir subiéndome de cuando en cuando en sus exclusivos vagones para realizar pequeños trayectos, pequeñas excursiones con las que quitarme el gusanillo. O al menos eso es lo que yo deseo.
En Cualloto, en el polígono que otrora estuvo asentada la popular fábrica de cervezas del Aguila Negra dejo al cerebro y corazón de la mejor empresa de alimentación y hostelería asturiana. Un compendió de vitalidad, pasión y buen hacer modélico que pocos pueden llegar a imaginarse. También en Cualloto, además de en Uviéu, Xixón y Avilés, se quedan los corpulentos y atléticos brazos y piernas de este gigante de la gastronomía asturiana al que he visto crecer en los últimos ocho años.
Cerca de doscientos cincuenta trabajadores en un proceso de expansión contenida que se verá evidenciada el próximo verano con la apertura de un nuevo establecimiento en Xixón.
Muchísimas gracias por estos ocho años compañeros. Por todo. Muchísimas gracias Cesar.
¡¡Enhorabuena por todos estos años y por los que vendrán!!
«De bien naciu ye ser agradeciu» Decía la mi guela de la Cuenca. Enhorabuena! Mucho coraje, tesón y ganes en el futuro y que tanto la casa que dejas como la nueva andadura profesional sigan creciendo. Un abrazu!
Lluis eres un grande, siempre lo supe. Está claro que hay que hacer lo que te pida el cuerpo, creo que ya me conoces. Me alegra que lo hagas, pero me apena por otra parte, que realmente nadie como tú para hacer lo que hiciste, no por la empresa, sino por Asturias ayudándote de Tierra Astur. Aprendí mucho compartiendo mesa contigo, lo que más, a amar lo que uno hace.
Nos vemos pronto, un abrazu!
Gracies Jaime…Tamos en contactu!!
Un placer haber trabajado contigo.suerte en esta nueva aventura
Norabona nenu!